Si hace unos meses desaparecía el gran Harold Bloom, dejando un vacío definitivo en la función imprescindible de la verdadera crítica literaria; ahora nos llega la noticia del fallecimiento de otro de los grandes, George Steiner. Desde La muerte de la tragedia, pasando por tantos y tanto títulos como su fértil lectura nos ha dado (Tostói o Dostoievski, Lenguaje y silencio, Sobre la dificultad), Steiner ha sido un modelo hermenéutico, un gigante de la interpretación, en cuya exégesis fecunda el autor o el texto abordados aumentaban su tamaño y su pervivencia, renovados por el aliento seminal del crítico. 

George Steiner
La memoria, no siempre justa, debería conservar de Steiner la verdad de un profundo lector, de ese ángulo menos apreciado y, sin embargo, tan decisivo, que es el lector que completa el texto y lo prolonga. Un sujeto recreador de quien se vanagloriaba Borges en sus noches llenas de Virgilio.
Aquí puedes leer la interesante conversación (entrevista) que el ensayista italiano Nuccio Ordine mantuvo a lo largo de años con Steiner, a condición de que solo la publicaría a la muerte del gran crítico.

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